La polémica del VAR no se debe a la tecnología, sino a la interpretación del protocolo de su uso

No hay semana que pase en LaLiga española que no haya una polémica en la que está, seguro, el VAR involucrado. Tal evidencia se multiplicará más aún en la medida que se acerque el final del campeonato y haya equipos que teman descender y otros que luchen por entrar entre los clasificados principales. Cabe, en este punto, preguntarse si la tecnología vale por sí misma, primero; y, en segundo lugar, si los líos surgen por culpa del protocolo marcado por el Comité Técnico de Árbitros, perteneciente a la Real Federación Española de Fútbol (RFEF). La respuesta nos parece obvia: el protocolo es el que favorece que se suscite la polémica. Avancemos en esta línea.
Tecnología que envejece
Las tecnologías por sí mismas están mejor o peor dotadas para realizar una función o funciones concretas. En el caso del VAR (video assistant referee) hay que señalar que no es una invención reciente. Se usó por primera vez en 2016, con lo que cuenta ya con siete años de antigüedad. Este dato no puede pasarse por alto, dado que las máquinas evolucionan a una gran velocidad. Desconocemos si el VAR ha tenido muchas mejoras en versiones posteriores, pero, en el mundo tecnológico, por sus características, podría empezar a considerarse vieja. (Piense en el móvil que tenía hace siete años y el que tiene ahora).
Funcionamiento
El VAR es básicamente un sistema de seguimiento y grabación de las imágenes de los partidos captadas por entre 15 a 22 cámaras instaladas en cada estadio. Su señal se transmite mediante unidades móviles que van, por una parte, a las televisiones y, por otra, llegan hasta la Ciudad del Fútbol en las Rozas, Madrid. Es desde allí donde, técnicos y árbitros, asisten al colegiado que está en el campo de fútbol, pero sólo en aquellos momentos en los que el protocolo marcado prevé esa asistencia. Por ejemplo, el VAR debe actuar en caso de tarjeta roja, por mostrarse ésta sin necesidad; o lo contrario. Y no puede actuar cuando se trata de una expulsión causada por dos tarjetas amarillas.
Protocolo
Efectivamente, es el protocolo el que determina el uso que se le da a la tecnología. En síntesis, tal procedimiento protocolario se sostiene sobre una idea fundamental: el que tiene la última palabra sobre una posible infracción que ocurra en el campo de juego, es el árbitro que pita allí, no el que se encuentra en la sala del VAR. La esencia del proceso protocolario indica que el videoarbitraje se debe activar básicamente cuando, en los monitores de la sala, se detecta una infracción no señalada convenientemente sobre el césped. Pero este comportamiento proactivo suele verse disminuido pues, lo que suele darse, es que el VAR se activa cuando median las protestas de los jugadores a quienes perjudica una determinada situación, como, por ejemplo, un penalti mal pitado.

Los árbitros suelen marcar sus propósitos de actuación en los inicios de cada temporada de LaLiga. Esto es, por ejemplo, si van a ser más cautos a la hora de mostrar las tarjetas… A los efectos del VAR, estos propósitos funcionan como una revisión del protocolo básico de las actuaciones del videoarbitraje. ¿Para que todos los árbitros procedan de igual manera, con los mismos criterios? Eso sería lo deseable, pero realmente no es así, y no puede ser así nunca, puesto que los árbitros son personas que tienen que pitar en fracciones de segundo y cada cual gestionando la presión de una manera diferente. Y, además, aunque el árbitro puede revisar en un monitor ubicado en el campo cualquier situación comprometida, su visión puede no coincidir con lo que dictaminen los miembros del VAR. Pero da igual, él tiene la última palabra.
Balance
A día de hoy, no sabemos si existe alguna estadística oficial en la que se determine en cuántas ocasiones ha acertado el VAR y en cuantas no. Aunque realmente, lo que debería indicar esa métrica es el número de veces que el árbitro de campo ha tomado la última decisión de manera correcta o no, dado que la máquina hace su función y es el árbitro quien decide finalmentre. La impresión es que, gracias al VAR, ha habido bastantes más ocasiones en las que se ha actuado correctamente, que lo contrario.
Polémica
¿Podría existir fútbol sin polémica? No nos lo parece. Una cosa es consustancial a la otra. Con la llegada del VAR se aspiraba a reducir o incluso acabar con los errores arbitrales. Es la plasmación de la utopía intrínseca a cualquier nuevo tiempo que arranca. Pero, al final, casi cabe que haya las mismas o más situaciones controvertidas que cuando no había VAR. La clave está fundamentalmente en que, como hemos dicho, antes o después, es una persona la que decide. Y los humanos somos falibles. Pensar en que hay ‘manos negras’ que con intereses turbios manipulan el funcionamiento del VAR nos parece poco probable, más que nada por el grado de transparencia que hay.
¿Más tecnología?
DT-Deporte Tecnológico es un medio que habla sobre la incidencia de la tecnología en el deporte. Podríamos, por lo tanto, pasar por ser pro-tecnología. Es así. No se engaña a nadie. En este medio no dudamos que existen, más que tecnologías perversas, usos perversos de la tecnología. Decíamos más arriba en este artículo que el VAR puede empezar a considerarse una tecnología vieja. Eso quiere decir que van a salir otras, o ya han salido, como la del fuera de juego que, parece, son más completas. Así evolucionan las cosas Paso a paso, sin pausa, aunque en este caso con mucha velocidad. Es el sino de la era digital. La tecnología irá, progresivamente, haciendo mejor las cosas, de manera más perfecta que el ser humano según para qué tareas. Por esa razón, lo esperable, es que, alcanzado un punto, el VAR del futuro será, sin duda, más completo que el actual, salvando incluso los límites del protocolo humano y teniendo en cuenta que no hay marcha atrás.