La tecnología no es infalible
Recientemente, salió a la luz una noticia tan insólita como cómica: un fallo de una cámara robot, que en lugar de perseguir al balón hizo lo propio con la cabeza del linier, que era calvo. La situación tuvo lugar en el encuentro de la Liga escocesa entre el Inverness Caledonian Thistle FC y el Ayr United. Este hecho nos lleva a reflexionar, porque no es la primera vez que la inteligencia artificial comete un error del estilo. Quizá el ojo humano es insustituible por mucho que se busque una alternativa.
Los fallos en la IA no son algo nuevo, encontramos numerosos ejemplos de rigurosa actualidad. Por poner un ejemplo, hace no tanto tiempo se daba en un Aston Villa-Sheffield United un error garrafal del ojo de halcón, que fue incapaz de conceder un gol evidente. La noticia dio la vuelta al mundo. Lo más grave de todo es que las personas encargadas del VAR no tenían potestad para corregir el fallo.

La IA como complemento
Uno de los mayores errores que se pueden cometer es dejar actuar a la inteligencia artificial sin ningún tipo de vigilancia o supervisión, sin la complementación de la mente humana. Errores como estos mencionados anteriormente lo demuestran y tienen que hacer que nos demos cuenta del valor que tiene la humanidad. Nada de esto sería posible sin un ser humano programando, configurando y vigilando.
Nos encontramos en un momento convulso para la humanidad, un momento de introspección colectiva y de necesidad de reinvención. Lleva años hablándose de la sustitución de humanos por robots en el apartado laboral, que ya se ha llevado a cabo en muchos casos. Pero hay algo que las máquinas y las inteligencias artificiales jamás podrán tener (al menos en un futuro cercano): la subjetividad y la creatividad. Es el momento de comprender lo que somos y de lo que somos capaces de hacer que nadie más puede.
Cuando alguien comete un error, siempre se suele decir “es humano, no un robot”, pero ¿qué sentido tiene ese dicho si las máquinas también se equivocan? Hemos de comprender la tecnología como un complemento y no como la piedra filosofal. El futuro será brillante si encontramos el equilibrio.