
No nos equivoquemos Elon Musk quiere ganar dinero con Twitter. Gastarse 44.500 millones de euros por la plataforma de microblogging supone aproximadamente un quinto de su fortuna total, que se le presupone en unos 220.000 millones de euros. No es como ha comparado mucha gente, cuando Jeff Bezos compró el Washington Post, pues le costó algo más de 200 millones de euros. No hay comparación posible. La pregunta, en lo que a nuestra perspectivas en DT se refiere, es si el deporte forma parte de la política de contenidos que tiene planeado para Twitter el también dueño de Tesla o Space X.
Responder a esa o a cualquier otra pregunta no es sencillo. Casi nadie se ha atribuido el papel de intérprete del multimillonario Musk, y tampoco lo seremos en esta web. Realmente nuestra aproximación a lo que puede ocurrir en Twitter parte de la idea ya expresada de que van a ser los contenidos y la forma de gestionarlos lo que servirán para rentabilizar o no esta operación. Hay que tener en cuenta dos de las pocas ideas que ha transmitido Elon Musk con respecto a sus propósitos: que se puedan editar los tuits ya publicados y que reinará la libertad de expresión.
¿Puede Musk soplar y sorber a la vez?
Una de las consecuencias que se supone tendrá la afirmación de instaurar o agrandar la libertad de expresión en Twitter es que los algoritmos que hasta ahora gestionan los contenidos en la plataforma, están llamados a desaparecer. Obviamente se sustituirán por otros entrenados en función de otros criterios lógicamente. La tarea no es sencilla precisamente. A priori un Twitter más laxo en cuanto a los límites a la hora de publicar contenidos puede que anime a mucha gente a incorporarse, y también a otros a marcharse. La cuestión es acertar si acudirán más de los que opten por irse.
No podemos pensar en una especie de selva sin control alguno como resultado de un planteamiento extremo de la libertad de expresión. Poco a poco las redes sociales, y no solo Twitter, han entrado de lleno en el debate sobre cómo evitar o al menos moderar los insultos relacionados con el racismo o la homofobia, entre otras cosas. Como exponente de estos planteamientos hay que subrayar el hecho de que hayan surgido herramientas como GoBubble, que erradica ese tipo de contenidos agresivos en las redes sociales de los futbolistas australianos. Por esta razón, de peso sin duda, Elon Musk no puede sorber y soplar al mismo tiempo, como cualquier mortal. De ahí que deberá elegir formal o tácitamente, entre una actitud frontal contra los insultos (exigible de todo punto) y portar una bandera anarquista extrema.

A Justin Bieber le gusta el fútbol
No es posible alcanzar un objetivo que implique la presencia de los insultos en nombre de la libertad de expresión y una necesaria convivencia virtual pero respetuosa. Resulta obvio que si el nuevo Twitter quiere ser rentable debe ser a través del crecimiento de usuarios. Sus más de 200 millones de perfiles activos da para algo no menor como ser una red influyente dada la gran cantidad de políticos, periodistas y gente muy importante que participa. Ese hecho y ese concepto son los que, de alguna manera, cautivan a Elon Musk. Ahora resta crecer y ser rentable, algo que siempre ha estado entre los buenos propósitos de los creadores y gestores de la plataforma del pájaro azul sin que lo hayan conseguido verdaderamente.
Popularizar los contenidos puede ser un buen camino. Llegar a más gente y que la mayoría de los usuarios disfruten con lo que ven y leen. Eso es lo que parece esconderse detrás de otra de las pocas pistas dadas por Elon Musk, quien dijo que le gustaría ver como Justin Bieber escribe más en Twitter. Curiosamente al cantante canadiense le gusta bastante el fútbol. Esta conexión podría ser más que una mera coincidencia. Los deportes por otro lado, son la solución que aparecen como solución para plataformas en crisis como Netflix.
Ser o no ser
Jugarte un quinto de una inmensa fortuna es una apuesta de calibre. Con ella Elon Musk logra que Twitter no cotice en bolsa por lo que será aquello que él y solo él desee. El futuro de esta red social está en sus manos. Y por lo tanto se ponen en juego el éxito o el fracaso del empresario más innovador de la actualidad. Será su ser o no ser como emprendedor y no tanto como visionario pues, en esta ocasión y en contra de lo habitual, no destaca por realizar algo novedoso sino por relanzar una empresa que nació allá el año 2006.
La personalidad de la que hace gala siempre Musk admite cualquier salida. Es un mago de generar expectativas. Puede que fracase, que logre el éxito, o todo lo contrario en ambas opciones. Da lo mismo. Si algo ha demostrado este peculiar personaje de nuestra era es que se siente muy cómodo al margen de muchas convenciones. Tiene sus propias leyes. Su visión y sus obras lo colocan en un plano que muy pocos alcanzan. Será muy interesante seguir los acontecimientos y ver en qué queda todo esto.