Sensaciones versus analítica
El desarrollo tecnológico adquirido en el mundo del deporte plantea una disyuntiva que es un tanto inútil si lo pensamos bien. Para muchos agentes activos del sector (entrenadores, gestores, preparadores…) se puede llegar a plantear la siguiente contradicción: sensaciones versus analítica. Este choque de conceptos tiene una consideración relacionada con distintas generaciones. Los más cercanos al auge de la tecnología, los más jóvenes por lo tanto, aceptan de buen grado el papel de la analítica aplicada a los rendimientos deportivos; mientras que los mayores se aferran al valor de la experiencia.
Ese doble enfoque se visualiza perfectamente en la película Money Ball, que es todo un referente en cuanto al éxito del estudio de los datos aplicado al deporte. Los viejos ojeadores del Oakland Athletics se resisten a aceptar que las estadísticas realizadas por un joven matemático valgan más que sus años de experiencia. Al final los existosos resultados deportivos del equipo dan la razón a la ciencia.

Sensaciones
Es muy común oír en boca de los deportistas tener buenas o malas sensaciones, lo que representa un juicio íntimo de cómo se perciben. Suele ser habitual que digan eso cuando están saliendo de una lesión y progresivamente van notando su mejoría en la medida que entrenan, o lo contrario. Este mismo enfoque puede ser aplicado a la visión de los técnicos que utilizan su bagaje para intuir si un jugador dará buenos o malos resultados.
Hasta hace relativamente poco tiempo, pongamos unos 25 años, las sensaciones, la intuición y la experiencia eran las fórmulas que se utilizaban para fichar jugadores, ver su evolución y, por último, mantenerlos en el club o prescindir de sus servicios. Podemos decir que, visto lo visto, las cosas no han ido mal a lo largo de la historia del deporte pues la evolución siempre ha sido hacia más y mejor. Esto, desde luego, nos permite concluir que en este enfoque hay mucha calidad.

Analítica
Desde el momento en el que la tecnología digital empezó a medirlo todo, incluido el deporte por supuesto, entramos en otra dimensión. En esencia, la capacidad puesta en liza es la siguiente: hacer cuantitativo lo cualitativo. Así las cosas, las percepciones en cuanto a la marcha de los entrenamientos, empezaron a concretarse en datos exactos. Ya no consistía en entrar a valorar la percepción de cuanto salta el deportista A frente al deportista B, ahora empezaba a poder medirse al milímetro los resultados en todos los ítems necesarios: velocidad, pases, saltos, posesión…
Los métodos analíticos se han ido perfeccionado de muchas maneras. Lo más común, no obstante, es el uso de sensores que captan información, que luego se organiza y analiza a través de algoritmos para, en la última fase, concretar en distintos parámetros. El proceso, por resumirlo de otra forma, consiste en congregar una enorme cantidad de información que, una vez procesada en franjas de tiempo muy pequeñas o, incluso, en tiempo real, nos permiten concentrarnos en unos cuantos datos a modo de conclusión. ¿Para qué?, podríamos preguntar. Sencillo: para facilitar la toma de decisiones.
Resultante
A estas alturas de la era digital en la que vivimos, hay una serie de cosas claras con respecto a este tema que estamos tratando. Podríamos concretar dos conclusiones bastante obvias y determinantes:
- Ya no se trata de elegir entre sensaciones versus analítica. Realmente, si queremos encontrar un ganador, la tecnología ha vencido en esta partida. Pero no se trata de buscar ganadores y vencedores, y menos en esta disputa. El hecho es que, sería inconcebible a estas alturas pensar que la evaluación del desempeño de los deportistas, a cualquier nivel, va a ser enfocada únicamente a través de la experiencia o las sensaciones. Eso ya es cosa del pasado. Es, por poner un caso en otro ámbito, como si nos aferráramos a las máquinas de escribir y rechazáramos los ordenadores.
- La verdadera resultante es utilizar el apoyo de la tecnología porque, está más que demostrado, llega a unos niveles de análisis que son inalcanzables para las capacidades humanas. En este sentido, hay que considerar que las máquinas son un refuerzo muy importante de las tareas que realizamos. En todos los sectores, y por supuesto en el deporte también. Por eso, los vídeos, la analítica de datos, los drones, la realidad aumentada o la inteligencia artificial convierten a los gestores del deporte en más capaces para decidir mejor. Es todo. Esa es la filosofía. Ya no hay sensaciones versus analítica. Ahora lo que tenemos es analítica y una capacidad humana para interpretar los datos de la mejor manera posible.
La idea de que las máquinas progresivamente lograrán el control de nuestras vidas es un planteamiento que tiene sentido, no podemos obviarlo. Desde luego no es algo que nos ocurra ya. Es bastante evidente que la tecnología ha sido creada por el ser humano y, por lo tanto, está a su servicio. Pero también es verdad que la tecnología es cada vez más autónoma. Estamos en un proceso en el que no hay que dejar de estar vigilantes.